Después de un largo y prolongado tiempo de ausencia debido a diversos motivos, volvemos a actualizar el blog con una nueva entrada que esperamos sea del gusto de nuestros lectores
Finalizando la Guerra Civil Española se detectaron numerosos movimientos en la orilla norte del estrecho de Gibraltar de las marinas de Gran Bretaña y Francia, esto junto al trasiego de tropas y materiales bélicos en la colonia británica sembró la alarma en los altos mandos del ejército golpista pues sospechaban una inminente invasión anglo-francesa. Esta situación derivó en una movilización masiva de las tropas establecidas en el Campo de Gibraltar y en el inicio de la construcción de un sistema de defensa que protegiera la frontera sur del país.
La muralla del Estrecho estaba organizada en tres sectores: sector de Tarifa, sector La Línea-San Roque y el sector Algeciras. A su vez, cada sector contaba con tres líneas de defensas que impidieran la futura invasión. La primera línea se establecía a pie de playa y en los accesos desde ésta a la carretera Algeciras- Cádiz; la segunda se ubicaba de forma más o menos paralela a la primera y a unos aproximadamente 600 metros de distancia y su objetivo era evitar el avance enemigo por los valles perpendiculares al mar, la tercera y última línea se colocó a unos 800 metros de la segunda como mínimo siendo la más fuerte.
Para la construcción de esta enorme obra se contó con la mano de obra de aproximadamente 15000 prisioneros republicanos procedente de los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores existentes en el sur de la provincia de Cádiz como los de Punta Paloma (Tarifa), el Campamento de las Eras (Algeciras) o el de Jimena de la Frontera, que en condiciones de semiesclavitud eran obligados a erigir estructuras con el claro propósito de proteger al estado franquista de una invasión que recuperara la democracia para España, y les devolviera a ellos su pérdida libertad.
Hoy en día podemos encontrar numerosas estructuras de lo que fue aquella mastodóntica obra, que nunca entró en acción salvo para realizar alguna que otra maniobra del ejército, por toda la costa gaditana pero es en el Campo de Gibraltar donde la presencia de lo que antaño fue el Muro del Estrecho es más importante. Un ejemplo único de arquitectura militar que ha día de hoy permanece en el más absoluto abandono y que bien podría tener una función distinta para la que fue concebida. Los aproximadamente 271 búnkeres que se localizan en la actualidad deben de ser utilizados como objeto de estudio, divulgación y aprovechamiento turístico para una zona donde la economía no es muy boyante. Tampoco debemos dejar de lado el trabajo y sacrifico de miles de presos represaliados a los que se les aplicaba esa máxima hitleriana de que “el trabajo os hará libre”, por lo que algunas de estas estructuras deberían de servir como homenaje y recordatorio a esas miles de personas y de esta formar evitar que el españolito de a pie olvide que son numerosas las infraestructuras civiles y militares que fueron levantadas por hermanos condenados por defender un gobierno legítimo nacido de las urnas.