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Los Tercios y el Milagro de Empel

CABALLERIA DE LOS TERCIOS  Ferrer-Dalmau
Caballería de los Tercios. pintura de Ferrer-Dalmau

El suceso que hoy traemos hay que encuadrarlo dentro de un                 conflicto mucho más grande, como es la Guerra de los 80 años, que se iría gestando a partir de 1555 cuando Carlos I y V de Alemania deja a su hijo Felipe II su legado, España y la mayor parte de lo que es hoy los Países Bajos. Esto no agradó a los habitantes de Flandes ya que lo consideraban al nuevo monarca un Rey extranjero, el cual no velaría por sus intereses al estar a medio mundo de distancia. Si a esto le sumamos las diferencias de religión, calvinistas a un lado y católicos a otro, el conflicto estaba servido. Las provincias de los Países Bajos se unieron con el objetivo de vencer al Rey español. En España se mandaron los Tercios con el objetivo de dominar a los insurrectos. Con Alejandro Farnesio al mando de los Tercios se reconquistaron varias plazas en Flandes como Amberes en el verano de 1585. Su entusiasmo le llevó a mandar Tercios de aquí a allá sin medir muy bien las probabilidades de éxito. Así el conde Carlos de Mansfelt con los tres tercios de españoles del coronel Cristóbal de Mondragon, de D. Francisco de Bobadilla y el de Agustín Iñíguez, repartidos en sesenta y una banderas y con la compañía de arcabuceros a caballo de españoles del capitán Juan García de Toledo fueron a tomar las Islas de Gelanda y Holanda.

Oficial del Tercio español.  Pintura de Augusto Ferrer-Dalmau
Oficial del Tercio español. Pintura de Augusto Ferrer-Dalmau

El capítulo que nos atañe tiene como protagonista a un Tercio español, el de Francisco Arias de Bobadilla. Estamos a finales de 1585. Éste recibe la orden de tomar la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal. Bobadilla cruzó el río con casi 4.000 hombres y tomó este minúsculo terreno de escasa importancia para los rebeldes, no obstante y pese a la poca importancia de lo conquistado los rebeldes decidieron devolver el golpe al mando del Conde de Holac, que mandó abrir los diques que previamente habían tomado. El agua resultó ser peor enemigo que los rebeldes y la isla se anegaba rápidamente.

Grabado de la Batalla de Empel.
Grabado de la Batalla de Empel.

Bobadilla optó por lo más sensato, tirar hacia la colina, lo que sería el monte de Empel. Allí fueron hostigados a mosquete y cañonazos durante varias horas. Los soldados del Tercio languidecían de hambre, sed y de frío ya que sus ropas mojadas suponían un lastre más. En la cabeza de los soldados españoles pasaba el suicidio como una opción, antes de ser pasado a pica por el enemigo. La situación era pues calamitosa. En la mañana del día 7 de diciembre de 1585, estando todo ya casi perdido, un soldado del Tercio haciendo un hoyo en la tierra para así resguardarse del frío y de la continua artillería enemiga, topó al cavar con algo muy duro en la arena. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Esto fue tomado por los soldados españoles como una señal divina. Colocaron la imagen en un improvisado altar y Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada: “Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día”.

Pintura de Augusto Ferrer-Dalmau con el título El milagro de Empel.
El  Milagro de Empel de Augusto Ferrer-Dalmau.

En ese mismo día Holac, ajeno al hallazgo determinó que no era necesario dar fin a los españoles y envió a emisarios al monte con el mensaje de una rendición honrosa a los españoles, pero la respuesta fue tan bravucona como inesperada: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos».

Todo estaba dispuesto al amanecer del 8 de diciembre. Los españoles ligeramente más motivados tras el hallazgo pero compungidos por el cansancio, la desnutrición y el frío vislumbraban dicha mañana como la última de sus días. Pero había amanecido esa mañana con un frío gélido que de noche había congelado las aguas del río, convirtiendo al río en un camino sólido. Era el milagro de Empel. El frío jugó un papel determinante ese día. La flota rebelde abandonó el asedio y sus navíos quedaron encallados en el hielo. Los españoles movidos por el éxtasis de lo ocurrido se lanzaron ladera abajo contra sus enemigos. Finalmente los tercios se apoderaron de numerosas armas, prisioneros, y de todos los barcos no destruidos. El Milagro de Empel se estaba produciendo. Ya en la noche del día 8, los soldados del Tercio cargó contra el fuerte enemigo siendo tomado en muy poco tiempo, Los rebeldes huyeron como pudieron de la carga de los españoles, estando entre los que huían el almirante Holac que llegaría a decir: “Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro”.

Decir que en el lugar del hallazgo fue colocada una capilla en honor al suceso.

Recuerdo al Milagro de Empel.
Recuerdo al Milagro de Empel.
Empel
Capilla de Empel

Tras este suceso la Inmaculada Concepción fue tomada como la patrona de los Tercios y más tarde, de la Infantería española.