Todas las entradas por Pepe León Rojas

Retorno a Sefarad

En 1609, Felipe III “El piadoso”, rey de España y Portugal decretó la expulsión de los moriscos de las tierras hispanas, aunque se enumeraron varias razones para su expulsión fue si duda la necesidad de una monarquía corrupta y manirrota, apoyada por una iglesia fanática, supersticiosa y ansiosa de riquezas, de apropiarse de los bienes de los moriscos, la causa principal, y en mi opinión única por el cual se procedió a su expulsión de las tierras hispanas.

“La operación salida” se realizó entre el 1609 y el 1611, uno de los puntos clave fue la Ciudad de Tarifa, desde la cual se efectuaba el embarque de los moriscos que partían rumbo al continente africano.

Miles de criaturitas fueron concentradas en los campos que circundan la “Muy Noble y Leal Ciudad de Tarifa”, vigiladas muy de cerca por las tropas reales, cuyos integrantes aprovechaban cualquier ocasión para extorsionar y vejar a los desventurados que esperaban pacientemente que fueran trasladados a algunas de las naves reales encargadas del cruce del Estrecho de Gibraltar.

Se cuenta que las familias moriscas realizaban en su espera escondrijos donde guardar sus pertenencias más valiosas, ya que la corona no les permitía embarcar con nada de valor salvo sus vidas.

Miles de moriscos sembraron de riquezas las entrañas de la campiña tarifeña con la esperanza de que en una futura retorno a su hogar pudieran recuperar ese patrimonio que ayudará a retomar la vida que un día dejaron atrás.

Con el paso del tiempo los moriscos nunca regresaron a su hogar, y los tesoros que estos escondieron quedaron recogidos al abrigo de la madre naturaleza.

Sólo los más viejos del lugar recuerdan historias relatadas por sus mayores donde se hablan de riquezas en lugares cercanos a sus hogares, y de extraños personajes de aires morunos que recorrían los campos, montes, y recovecos de la campiña sin ningún motivo aparente salvo el de admirar el paisaje.

¿Quedaran las pertenencias de esos moriscos ocultas todavía o sus descendientes las habrán recuperados?, sea como sea, y dejando a un lado la leyenda la historia nos deja un episodio que desgraciadamente se ha repetido en innumerables ocasiones, no siendo difícil imaginar las penurias pasadas por estas personas que dejaban atrás todo lo que querían por culpa de la ambición de los poderosos.

Un 4 de Diciembre…

Un 4 de diciembre de 1977 miles de andaluces salieron a la calle pidiendo con una sola voz que nuestra tierra era algo más que el cortijo de
caciques, querían afirmarse como pueblo, proclamar sus esperanzas y exigir sus derechos políticos y sociales.

Los Andaluces y Andaluzas retomaron hace 31 años la tarea que ya comenzara en la década de los años veinte del siglo pasado Blas Infante, abortada de forma trágica con el estallido de la Guerra Civil. Ese día dos millones de andaluces y andaluzas, desafiando al tiempo y a las autoridades, tomaron las calles de nuestra tierra, y no solo en las ocho provincias, la llamada novena provincia andaluza, esa que está formada por todos nuestros paisanos fuera de su tierra, también unió alzó su voz.

Una jornada memorable que en mi opinión debe ser considerada el “El Día del Pueblo Andaluz”, ya que fue el momento en el que comenzamos a despertar, a no sentirnos un pueblo de segunda, fue el pistoletazo de salida para una nueva Andalucía que no quería seguir siendo una zona marginal de Iberia. 

Pero el verde esperanza y blanco de pureza y paz, que envolvía nuestras voces, quedó impregnado de un color inesperado, el color rojo de la sangre derramada por un joven de apenas 19 años que fue abatido por la espalda por una bala disparada por la policía.

La tragedia ocurrió en Málaga. Al paso de la manifestación delante del edificio de la Diputación, varios jóvenes colocaron banderas Andaluzas en el edificio, mientras de las gargantas de los asistentes se gritaba ¡Viva Andalucía!. En ese momento de jubilo se desencadeno una brutal carga policial ordenada por el gobernador civil. A las habituales escenas de carreras, botes de humo, porras, y pelotas de goma, se unieron en esa ocasión las armas de fuego. Unas armas que se cobraron una victima, José Manuel García Caparrós, trabajador de una fábrica de cervezas, miembro del PCE y de CCOO, joven que cayó muerto junto a la pared del edificio del periódico Sur por un disparo que recibió en la espalda. Un asesinato sin asesinos, pues nunca se detuvo a los culpables, y que entristeció aquel día de orgullo y reivindicación.

Vaya desde esta líneas nuestro pequeño homenaje a todos esos héroes, Andaluces y Andaluzas que fueron uno solo en aquella jornada, y vaya también nuestro recuerdo para José Manuel García Caparrós, mártir de nuestro pueblo, y que desgraciadamente es olvidado por muchos.

4 de Diciembre día del pueblo Andaluz.

Viva Andalucía Libre, los Pueblos y la Humanidad!

"La Oreja de Robert Jenkins"

En 1731 un navío contrabandista inglés fue apresado por un buque español. El capitán del navío inglés, Robert Jenkins, sufrió la mutilación de una de sus orejas de manos del capitán español, Julio León Fandiño, acompañando el acto con la siguiente frase: «Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo s e atreve».
El contrabandista inglés compareció ante el parlamento inglés con la oreja en la mano y relatando el suceso, inmediatamente la corona inglesa se puso manos a la obra, formando una gran escuadra con el objetivo de hacer pagar la ofensa sufrida por un súbdito inglés, y de paso quedarse con parte de «Las Américas Hispanas».
El 23 de octubre de 1738 fue declarada la guerra hisano-inglesa, un conflicto que desde entonces fue conocido por los cronistas como «La Guerra de la oreja de Jenkins», y cuyo fin en 1748 supuso la continuidad del dominio español en las aguas caribeñas.

 

"La Derrota de la Invencible Inglesa"

Siglo y medio después de la sonada derrota de la Armada Invencible, en las tranquilas aguas del Caribe se vivía la revancha española ante tan abrumadora derrota, y fue de la mano del almirante Blas de Lezo, más conocido por Patapalo o Medihombre gracias a las heridas sufridas en las diferentes batallas en las que participó.

Este evento forma parte las batallas ocurrida dentro del enfrentamiento hispano- inglés denominado «La Guerra de la oreja de Jenkins», la cual otro día trataremos, cuando el rey inglés Jorge II mandó una gran flota dirigida por el almirante Edward Vernon con el objetivo de arrebatar Las Americas a la corona española.

Tras la fácil conquista de la plaza de Puerto Bello (Portobello), la Armada Inglesa puso rumbo hacia la ciudad de Cartagena de Indias, puerto principal de partida de la Flota de Indias hacía España.

Los británicos reunieron un contingente de 186 naves (60 más que la Armada Invencible) y un contingente humano formado por 27.000 hombres, por su parte la ciudad de Cartagena contaba con 6 naves y 3.000 hombres entre soldados y milicias urbanas, así como 600 arqueros nativos.

El sitio comenzó el 13 de marzo de 1741 cuando los Ingleses bloqueaban el puerto al tiempo que desembarcaban un contingente de tropas y artillería que consiguió tomar dos de los fuertes que custodiaban la ciudad, replegándose los españoles al fuerte de San Felipe de Barajas donde las tropas del almirante Blas de Lezo se hicieron fuerte.

Este inicio demoledor de los ingleses desató la euforia entre las tropas y sobre todo en su almirante Vernon, el cual mandó una carta rumbo a Inglaterra en la cual anunciaba la conquista de Cartagena de Indias. Tal fue la euforia que se desató en Londres que llegaron a acuñar monedas conmemorativas del suceso (imagen superior).

A pesar de que se las prometían muy felices los Británicos, el sitio de Cartagena cambió de rumbo. La noche del 19 de Abril se produjo un asalto al fuerte de San Felipe que se mostraba definitivo para la conquista de la ciudad, las tropas inglesas se lanzaron al asalto, pero cual sería su sorpresa cuando encontraron que las huestes de Blas de Lezo excavaron fosos a los pies de las murallas lo que produjo una gran desesperación entre las tropas inglesas, ya que sus escalas eran cortas para proceder al asalto, esto supuso una gran descoordinación entre los británicos que fue muy bien aprovechada por los españoles que acribillaron a los ingleses, cuasando una gran carnicería. Al amanecer las tropas españoles abandonaron sus posiciones y se lanzaron bayoneta en mano masacrando a las tropas inglesas en tierra y cuyos supervivientes huían en dirección a sus naves.

Los defensores se las fueron ingeniando para evitar nuevos desembarcos y los bombardeos de los ingleses, destacando el hundimiento de las naves españolas en la bocana del puerto para evitar que los ingleses se acercaran a la ciudad para bombardearla.

El fracaso de los intentos de desembarco unido al corte de suministros, provocó que el 9 de mayo el almirante Vernon, levantara el sitio a la ciudad llevándose un «botín» de 6. 000 muertos frente a las menos de 1.000 bajas sufridas por los españoles, fue la mayor derrota sufrida por la Armada Real Inglesa en la historia.
La derrota fue tan humillante que el rey inglés Jorge II prohibió a los cronistas reflejar tal suceso, prohibición que parece ser que se extendió hasta nuestro país ya que son pocos los ciudadanos españoles que conocen este hecho.

«La Historia la escriben los vencedores pero hay veces que son los vencidos quien la escriben»